El Sevilla volverá a jugar una final de la Europa League. Lo hará gracias a un gol de M’Bia en el minuto 94. El futbolista camerunés silenció Mestalla y provocó las lágrimas de una afición que ya se veía en Turín. El Valencia mereció estar allí por juego y ambición, pero el fútbol tiene estas cosas que hace que sea un deporte tan bonito.
El resultado final fue de 3-1, y como los goles marcados fuera de casa valen el doble, los de Unai Emery estarán donde querían estar desde que empezaron a disputar la segunda competición más importante de Europa a nivel de clubes.
El karma no perdona
Si te digo la verdad, me daba igual si pasaba el Sevilla o el Valencia. Son dos equipos que me caen bien, así que no tenía preferencia por ninguno de los dos. Sin embargo, cuando Jérémy Mathieu hizo el 3-0 todo cambió. Juan Antonio Pizzi comandó una estrategia de equipo de barrio que no hace honor a lo que representa un club con la historia que tiene el Valencia.
Lipotimias, lesiones inexistentes, pérdidas de tiempo descaradas… Y a todo eso se sumó el público lanzando balones desde la grada, aunque el árbitro no picó y optó por no detener el juego cuando se dio cuenta de que podía ser una constante hasta el final.
Perder tiempo es normal, todos los equipos han perdido tiempo para ganar un partido. Pero lo de ayer no fue normal. La imagen que transmitieron fue lamentable y al final lo acabaron pagando. Cuando marcó M’Bia ya era demasiado tarde para reaccionar. Les faltaron los minutos que perdieron con rampas como la de Jonas, que tenía más cuenta que Calleja. Como aficionado al fútbol me alegro del desenlace que tuvo la eliminatoria.
Una noche mágica sin final feliz
Dejando a un lado todo eso que algunos listillos llaman picardía, hay que reconocer que el Valencia hizo un partidazo. Puso toda la carne sobre el asador y acarició la clasificación. Jugó con la misma intensidad que ante el Basilea en Mestalla y puso al Sevilla contra las cuerdas. Feghouli marcó el 1-0 en el 14 y Beto hizo el 2-0 en propia puerta. La eliminatoria estaba igualada y cualquier cosa podía pasar, pero el estado de ánimo de uno y otro hacía que las casas de apuestas cada vez ofrecieran menos dinero por la clasificación del Valencia.
Mathieu encontró el 3-0 tras una jugada en la que le cayó el balón en el área pequeña. Definió con un disparo contundente y Mestalla lo celebró por todo lo alto. Quedaban 20 minutos y el Sevilla estaba obligado a ir a por todas. No le perdió la fe al partido y en el último minuto del tiempo de descuento encontró su premio.
M’Bia se disfrazó de Andrés Palop para superar a Diego Alves con un remate de cabeza al que pude llegar tras una prolongación de Fazio, que con la altura que tiene las toca todas. Emery se volvió loco y los 6.000 sevillistas que viajaron hasta Valencia pasaron de la decepción a la alegría más inmensa. Como decía el recientemente fallecido Vujadin Boskov, fútbol es fútbol.
El Benfica será el rival a batir
El Benfica hizo bueno el 2-1 de la ida ante la Juventus. Los portugueses supieron mantener la portería a cero y se clasificaron para jugar la final en el mismo estadio donde jugaron anoche.
El año pasado ya la disputaron ante el Chelsea y la perdieron, así que esta vez intentarán no fallar. Experiencia, desde luego, no les va a faltar a los flamantes campeones de la Primeira Liga.