Los futbolistas pueden estar tranquilos. En el Mundial de Brasil no tiene por qué pasar nada extraño. Lo digo por los 223 millones de euros en seguridad que se van a invertir para que todo salga a pedir de boca.
El ambiente está un tanto tenso por allí. Los brasileños son de salir a la calle a protestar y no se andan con medias tintas. Por eso el ministro de Defensa, Celso Amorim, ha preparado un despliegue policial sin precedentes para garantizar la seguridad de todos los participantes en la cita mundialista. Será una especie de ensayo antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, ya que esa cita es todavía más delicada.
Despliegue policial parecido al de la Copa Confederaciones
Nada más y nada menos que 1.400 agentes velaran por la seguridad en cada uno de los doce estadios en los que se disputará la Copa del Mundo de la FIFA. Será una cifra similar a la que utilizaron durante la Copa Confederaciones del pasado mes de junio. Los partidos se vieron envueltos por la polémica en la calle y eso hizo que el número de efectivos fuera superior al que se había previsto en un principio.
Celso Amorim no quiere complicarse la vida
Hay dos tipos de trabajo: un trabajo es el típico y específico de las Fuerzas Armadas y otro es el de contingencia. Esperamos que no ocurra ninguna eventualidad, pero puede ocurrir, ahí trabajamos mucho en coordinación con el ministerio de Justicia.
De hecho, el ministro también ha comentado que están preparados para defenderse de un ataque nuclear, biológico o químico. Los más chalados lo tendrán difícil, aunque estas palabras parecen un poco exageradas y creo que hay que cogerlas con pinzas.