No es que a Roman Abramovich le gusten los hombres, estoy convencido de que le van las mujeres. Lo que sucede es que el propietario del Chelsea se ha enamorado de Pep Guardiola y le quiere para la temporada que viene a toda costa. El de Santpedor, ajeno a todo lo que sucede en el mundo del fútbol mientras disfruta de su merecido año sabático, no quiere hablar sobre su futuro y prefiere mirar para otro lado.
Gracias Roman, pero no es por el dinero
Quienes conocen bien a Guardiola dicen que no se mueve por el dinero, que le motivan más otros factores a la hora de tomar decisiones. Sin embargo, el magnate ruso quiere seducirle compartiendo con él parte de los dividendos que obtiene principalmente de sus negocios relacionados con el petróleo.
Contactos fallidos
Contactó con él en abril cuando anunció que no seguiría en el Barça. La respuesta que obtuvo fue negativa y no le quedó más remedio que apostar por Roberto Di Matteo hasta final de temporada. La cosa no le salió mal porque eliminaron al Barça en semifinales de la Champions League y se llevaron el título tras una final muy extraña disputada en el Allianz Arena de Múnich. Pese a ello, se sabía que a la mínima se iba a ir a la calle, como sucedió tras la dolorosa derrota que sufrieron en Turín ante la Juventus.
Volvió a contactar con Guardiola hace un mes y la respuesta fue idéntica. Por eso llamó a Rafa Benítez y le convenció para que firmara hasta final de temporada. Los resultados no llegan, la afición no le quiere y nadie cree que su contrato vaya a renovarse. Por eso todas las miradas apuntan a Guardiola, quien por cierto tiene ofertas del Manchester City (Roberto Mancini está contra las cuerdas tras la bochornosa eliminación del equipo en Champions) y el PSG (Carlo Ancelotti no seguirá y tanto Guardiola como Mourinho son los candidatos número uno para ocupar el banquillo).
El futuro de Pep
La pregunta es… ¿a qué equipo entrenará Guardiola la temporada que viene? Tito Vilanova lo está bordando en el Barça y su contrato no termina hasta el 30 de junio de 2014. Nada hace pensar que se sentará en el banquillo del Camp Nou el año que viene. Eso significa que tendrá que aceptar alguna oferta o alargar su año sabático más de lo previsto.